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Las libertades en peligro: la coartada de la seguridad
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Marzo de 2006 |
Desde el 11 de septiembre de 2001, el gobierno de Estados Unidos ha explotado la conmoción provocada por los atentados terroristas para impulsar un recorte de las libertades civiles y políticas en el país. La extensión en Europa de los atentados islamistas (Madrid y Londres) se ha traducido, asimismo, en políticas represivas en nuestro continente. El temor justificado de la ciudadanía se aprovecha para legitimar restricciones a los movimientos de las personas y a las comunicaciones, así como ataques a los derechos de todos.
Esta evolución se enmarca en un discurso de “choque de civilizaciones” según el cual Occidente estaría amenazado por el mundo islámico, discurso que no ayuda a desactivar las tensiones de las que se alimenta el terrorismo. Al contrario, fomenta el mal que dice querer evitar. La situación se complica por el hecho de que hoy el Islam no es una realidad ajena y lejana, sino cada vez más presente en el corazón mismo de Occidente debido a la inmigración masiva de musulmanes hacia nuestros países. Se intenta amalgamar los dos fenómenos y hacer creer que la violencia de los terroristas y la de los incendiarios de las banlieues francesas –por ejemplo- obedecen a una misma y única amenaza.
Estos miedos hacen aflorar reacciones xenófobas y racistas, acompañadas a veces de actos violentos, que hacen pensar que el nervio ideológico del nazifascismo (raza superior, derecho del más fuerte, legitimidad del genocidio) puede pervivir entre nosotros, soterrado y latente, y que puede estallar en cualquier momento provocando heridas difíciles de reparar. El miedo a un enemigo difuso, a la vez exterior e interior, por otro lado, fomenta el unanimismo y criminaliza el libre ejercicio de la discrepancia, erosionando así la democracia. Conviene prevenirnos de estas amenazas antes de que sea demasiado tarde.
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