Nadie ignora ya que, en este final de siglo, vivimos un período de rupturas, de recomposición general de las fuerzas geoestratégicas, de las formas sociales, de los actores económicos y de las referencias culturales. Cinco años después de la caída del muro de Berlín y tres años después de la Guerra del Golfo, el optimismo se ha acabado del todo. Por todas partes la incertidumbre, la alarma, el desarraigo suceden a la gran esperanza de un “nuevo orden mundial”. Este nuevo orden, ahora lo sabemos, ha muerto y nuestras sociedades, como en las precedentes épocas de transición, se preguntan su no se encaminan hacia la civilización del caos.
Sensatez en el gran desorden que conmocionan el paisaje geopolítico después de la guerra fría, todo el mundo reclama sensatez. Dirigentes y ciudadanos constatan “la incapacidad en que nos encontramos de descubrir el principio fundador del mundo postcomunista” y admiten que “nos falta encontrar nuevas formas de pensamiento”. Acontecimientos de gran amplitud, como la implosión de la Unión Soviética, la desaparición de los regímenes comunistas de Europa del Este, la unificación de Alemania, la extenuación de los “conflictos de baja intensidad”, el final del apartheid en África del Sur, las conmociones políticas en Japón y en Italia, y el reconocimiento mutuo de Israel y la OLP transforman completamente el juego político internacional.
La Europa occidental se encuentra otra vez geográficamente cogida en la tenaza de dos vastas zonas inestables y peligrosas: el Este destrozado por el desastre económico, la llamarada de los nacionalismos y las guerras en curso o futuras; y la ribera sur del mediterráneo doblada bajo el peso de una demografía excesiva, enferma de regímenes totalitarios, anémica por el fracaso económico y constantemente amenazada de explosión social.
Todo acompañado de una mundialización de la información. La televisión, vía satélite, ya transmite en directo los grandes acontecimientos en todo el planeta; la cadena de información continua CNN ha conmovido al periodismo y ha trastornado la diplomacia, y obligado a las cancillerías, es decir los Jefes de Estado, a tomar, en directo, decisiones que habrían merecido más reflexión. En la guerra de las imágenes, una fotografía o una escena televisada u su eco planetario pueden ser más eficaces que un cuerpo del ejército. Lo hemos podido medir en la Guerra del Golfo, y más recientemente en Somalia.
Contrariamente a aquello que afirman aquellos que, demasiado prematuramente, habían anunciado el “fin de la historia”, ésta parece volver con fuerza, haciendo aparecer otra vez cohortes oscuras que creíamos dominadas. Y, ante nuestros ojos, se enfrentan a las formidables transformaciones que producen los efectos conjugados de la revolución tecnológica y el vacío dejado por la implosión del comunismo.
UN MUNDO SIN BRÚJULA
Ignacio Ramonet
Director de Le Monde Diplomatique
CONFLICTIVIDAD CRECIENTE EN LA EX UNIÓN SOVIÉTICA Y EN LOS PAÍSES DEL ESTE
Carlos Taibo
Profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid
MUNDO ÁRABE-ISLÁMICO: CONFLICTOS INTERNOS Y EXTERNOS
Mohamed Harbi
Historiador, Profesor de la Universidad París 8
AMÉRICA LATINA: ¿VIVIRÁ LA DEMOCRACIA EN LA POBREZA?
Carlos Gabetta
Director de Cuatro Semanas y Le Monde Diplomatique
ÁFRICA NEGRA. EL NAUFRAGIO DE LA MODERNIDAD
Ferran Iniesta
Profesor de Historia de África de la Universidad de Barcelona. Miembro del Instituto de Estudios Africanos
PREVENCIÓN Y RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS INTERNACIONALES: ¿UNA NUEVA ETAPA?
Rafael Grasa
Profesor de Relaciones Internacionales. Secretario del Centro de Estudios sobre la Paz y el Desarme de la Universidad Autónoma
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